¿Has tenido alguna vez miedo a hablar en público? No sería sorprendente porque, por lo visto, nada más y nada menos que el 75% de los españoles siente ansiedad y nerviosismo al hablar en público. Con este dato, me siento menos sólo. Aunque cómo dice el refrán: mal de muchos, consuelo de tontos.
Durante muchos años este miedo, que lleva el bonito nombre de glosofobia, me tenía paralizado. Me ponía extremadamente nervioso cada vez que tenía que hablar en público, y cuento como público cualquier agrupación de 1 o más personas 😉
Pero eso ha cambiado...
La foto que he elegido para este artículo es de una formación para hablar en público en la que participé hace un par de semana en Sevilla con Comunica&Convence. Durante un día y medio, no paré de hablar delante de personas que desconocía al inicio del curso, y terminé haciendo una pequeña charla en un teatro.
Hace 10 años, hubiese entrado en pánico sólo de pensarlo. En cambio, ahora he podido disfrutar mucho de la experiencia, sintiéndome a gusto hablando delante de un público.
¿Cómo lo he conseguido?
Es lo que vas a descubrir en este artículo. Voy a compartir las claves que me han permitido superar mi miedo. Espero que puedan servirte para enfrentarte a este mismo miedo o a cualquier otro que tengas.
Mi miedo a hablar en público
De pequeño, hasta los 11-12 años, recuerdo que no tenía mucha vergüenza al hablar en público. En cambio, a partir de la adolescencia, empecé a sentir un inmenso miedo cada vez que tenía que expresarme delante de otras personas.
Durante años, cada vez que me veía obligado a hablar en público, se me disparaba el nivel de estrés. El mecanismo siempre era el mismo:
- Antes: Pasaba varios días muy nervioso pensando en la charla, la formación, la entrevista… a la que me iba a tener que enfrentar. Mi ansiedad se traducía en una alteración del sueño, la barriga suelta…
- Al inicio: Llegaba a la hora de la verdad en un estado de pánico, sin conseguir calmarme. Mi cuerpo estaba fuera de control: sudor, corazón desbocado, temblores…
- Durante: Estaba con una tensión máxima y buscaba la forma de terminar para escaparme lo más rápido posible.
- Después: Me machacaba por lo mal que lo había hecho.
De hecho, recuerdo que con 20 años tuve una entrevista de trabajo en la que empecé a sudar tanto que casi terminé desnudándome delante de la responsable de RRHH que no daba crédito 😉
Imagino que mi cara al final de la entrevista podía ser algo así:
Cómo puedes imaginar, mi forma de vivir este tipo de situaciones no me animaba a repetirlas. De hecho, buscaba claramente la forma de evitarlas. Y con el tiempo, se convirtió en un filtro importante a la hora de tomar decisiones: trabajo, eventos, ocio…
Por ejemplo, recuerdo que este miedo me impidió hacer un discurso en la boda de unos muy buenos amigos que me habían pedido ser testigo. Este tipo de limitación me generaba mucha frustración.
Cuando empecé a trabajar en Sevilla, las circunstancias me llevaron a tener que impartir bastante formaciones. Durante los primeros años, lo pasé francamente mal, buscando la forma de pasar lo más desapercibido posible durante mi propia formación.
Ahora bien, esta situación me llevó a tener que tomar una decisión: seguir sufriendo cada vez que daba una formación o aprovechar esta oportunidad para superar mi miedo.
Cómo puedes imaginar, decidí superar mi miedo. Esta experiencia me ha permitido descubrir algunas claves que quiero compartir ahora. Considero que pueden aplicar también a muchos otros miedos.
Las claves que me permitieron superar mi miedo
1- Enfrentarme al miedo
Cómo te comentaba, se me presentaron 2 opciones: huir del miedo o enfrentarme al él.
En ese momento de mi vida, era muy consciente de la limitación que me suponía este miedo, así que decidí enfrentarme a él.
En vez de sufrir cada vez que tenía que dar una formación, opté por aprovechar cada una de estas experiencias para aprender, probar y crecer.
2- Desdramatizar las consecuencias
Creo que lo que hace que un miedo coja proporciones tan exageradas es nuestra tendencia a magnificar las consecuencias que tendría la materialización de este miedo.
Para minimizar este efecto, sirve plantearse cuál sería el peor escenario y reflexionar sobre las consecuencias reales que tendría.
En mi caso, entendí que lo peor que me podía pasar era sudar más de la cuenta, liarme en mis explicaciones, no dar la mejor imagen de mi… en definitiva, nada que no pueda superar.
3- Actuar sobre lo que está en mis manos para ganar seguridad
Una vez entendido que no iba a pasar nada grave, pude centrarme en lo que se encontraba en mi circulo de influencia para sentirme más seguro:
- Preparar muy bien mis formaciones.
- Entrenar varias veces el inicio de mi charla para empezar sintiéndome cómodo.
- Llegar antes de la hora para comprobar la sala y el proyector y así evitar estrés de último minuto.
- Buscar consejos para mejorar mi capacidad para hablar en público .
Esto me dio una mayor seguridad para iniciar mis charlas y lo bueno es que, en muchas ocasiones, esta seguridad me acompañaba a lo largo de toda la ponencia.
4- Aceptar mis errores para probar con curiosidad
A la hora de enfrentarme a mi miedo, asumí que estaba probando algo nuevo y que no me iba a salir bien a la primera (y así fue). Empecé a sentirme como un aprendiz entrenando duro para adquirir un nuevo poder. En esta fase, tuve la suerte de contar con un entorno seguro en el cual me sentía cómodo y podía cometer fallos.
Al quitarme presión, pude empezar a prestar atención a mis pequeños progresos, en vez de fijarme solamente en lo que me había salido mal. De esta forma, conseguí asociar sensaciones cada vez más positivas al hecho de hablar en público. Hasta el punto de cogerle gusto 😉
Conclusión
He podido experimentar en primera persona lo limitante que pueden llegar a ser los miedos. Por eso, creo que es muy importante trabajar sobre ellos. Todo empieza por una simple decisión ¿huyo de mi miedo o me enfrento a él?
Cuando echo la vista atrás, me alegro mucho de haberme encontrado con unas circunstancias que me llevaron a enfrentarme a mi miedo. Puede que sea, junto con las amistades, el mejor regalo que me haya llevado de esta experiencia profesional.
Y una vez dicho todo esto, no quiero que te imagines que haya perdido toda la vergüenza a hablar en público. Es algo que me sigue intimidando, pero ya no me limita. Ahora puedo aprovechar cada ocasión que tenga de hablar en público.
Te comentaba antes que no había podido hablar en la boda de unos amigos hace más de 10 años. Pues bien, aquí me tienes a punto de empezar a oficiar la ceremonia de otra boda hace 2 años ¡Lo disfruté un montón!
Te dejo con una cita inspiradora, un vídeo y un consejo práctico.
Y recuerda ¡Decides tu vida si no quieres que otros decidan por ti!
¡Un abrazo!
Sylvain
“El miedo es natural en el prudente, y el saberlo vencer es ser valiente.” Alonso de Ercilla y Zúñiga
Te toca a ti
Si tienes algún miedo que te limita en la vida, te invito a buscar algún entorno seguro para poder enfrentarte a él. Intenta desdramatizar las consecuencias, con una buena preparación para sentirte segur@ y con una actitud curiosa y benevolente, asumiendo que no va a salir bien a la primera.
Es el inicio de un largo camino que te llevará a sentirte más libre y vivo.
¿Qué decides? ¿Seguir huyendo de tu miedo o enfrentarte a él?
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